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En una noche mágica Elisa Carrillo cautiva con “Infinita Frida”

Texcoco, Edo. Méx.- 31 de Agosto 2013- Ocho bailarines, ocho músicos, ocho colores, ocho momentos. El número simbólico que se repite incansablemente es el sello distintivo de Infinita Frida, una obra coreográfica interpretada por la primera Bailarina del Ballet de la Ópera de Berlín, Elisa Carrillo Cabrera.

Texcocana de origen y artista universal, se presentó ante un público ávido de música, danza, colores, movimientos. Un auditorio que abarrotó a su máxima capacidad el Teatro-Sala de Conciertos que lleva el nombre y la esencia de Elisa, en el Centro Cultural Mexiquense Bicentenario, digno escenario para el estreno mundial de esta obra en dos actos, inspirada en la vida y obra de la pintora Frida Kahlo.
Amén de sus paisanos, se acercaron a la calidad y esplendor de la Prima Ballerina personas de muchas latitudes, incluso de otros estados, para apreciar su maestría en un espectáculo más que dancístico casi etéreo, impulsado por el Gobierno del Estado de México.
En el escenario, ocho telones, cuatro a cada lado, emulaban lienzos preparados para ser utilizados con pintura y pincel, telones que sirvieron de escenografía mientras que una tenue música, escrita especialmente para este montaje, era interpretada por ocho músicos de la Orquesta Juvenil del Estado de México, dirigida por el también texcocano Rodrigo Macías.
Ahí, una pequeña niña en bicicleta, llamada Lisa y encarnada por la ganadora de la beca Elisa Carrillo 2013, en la categoría Profesional, Mariana Janine Morfín, pronto se vio rodeada de figuras que con movimientos en círculos  infinitos la invitaban a un viaje onírico que, siempre, la trasladaría a lo más íntimo de su mente, de su cuerpo en movimiento, de su alma en el solemne reposo del arte dancístico.
En acto dramático, el público contuvo la respiración cuando la niña cayó dormida al frente del escenario, mientras que al fondo un nuevo personaje aparecía en escena: Lisa, la mujer, Lisa la adulta que crea su propia vida a través de sus decisiones; Lisa interpretada por Elisa Carrillo, quien fue recibida en el escenario con espontáneo aplauso que encendió aún más la emoción.
A partir de este momento, los sueños de niña transformaron el escenario en un enorme lienzo que narraba los momentos dolorosos y felices que vivió Frida Kahlo, acompañada de proyecciones sobre los telones, de imágenes de sus cuadros más representativos.
Así, salieron a escena el doctor que ayudó a la pintora a reponerse del terrible accidente que sufrió en su juventud, para dar paso al gran amor de la pintora mexicana: Diego Rivera. Sin embargo, la Muerte, fue un personaje recurrente que danzaba de manera intermitente, siempre muy cerca de Lisa, intentando seducirla con finos movimientos.
Para el segundo acto, Lisa, la niña, ha crecido y se entrega por completo al mundo de arte. Ocho personajes encarnaron a figuras importantes en la vida de la artista mexicana: Diego Rivera, León Trotsky, Natalia, Alejandro, Cristina y, entre otros, otra vez la Muerte, que continuó con su hipnótica danza.
El escenario se transformó en un enorme taller de pintura que resucitó aquellos bailes de Frida Kahlo en la Casa Azul; y sus pinturas, amores, miedos y alegrías. El piso del estudio artístico se llenaba de colores con cada una de las pinceladas que creaban ese mundo particular, esa realidad que la artista forjó a lo largo de su historia para establecerse como una leyenda que Elisa evocaba con los trazos armónicos de sus movimientos siempre perfectos.
El público seguía expectante ante los juegos visuales y la calidad interpretativa de los ocho bailarines, que pertenecen a la Ópera de Berlín y al Ballet Mariinsky, acompañados en el mismo espacio por los músicos de la orquesta sinfónica y el maestro Rodrigo Macías.
Así, la pintura, la danza, la pasión, la muerte, el dolor y la alegría, se conjugaron con los sutiles deslizamientos de los bailarines, que sedujeron a los espectadores, quienes dieron un largo aplauso de pie al caer el telón, como reconocimiento al espectáculo de calidad internacional que se presentó en el oriente del Estado de México.
Al finalizar la puesta en escena, Elisa Carrillo Cabrera, visiblemente emocionada, agradeció al gobernador Eruviel Ávila Villegas por su apoyo para materializar uno de sus sueños: interpretar a su máxima fuente de inspiración, la pintora Frida Kahlo, a través de
su arte y su pasión, la danza, y entregarlo a los mexiquenses.
Por su parte, la directora general de Instituto Mexiquense de Cultura, Carolina Alanís Moreno, reconoció a Elisa Carrillo por la noche llena de magia que se vivió en el Centro Cultural Mexiquense Bicentenario y aseguró que con acciones como ésta, el IMC abona a que el tejido social se regenere, para que, a través de la cultura haya mexiquenses mejor preparados, que accedan a un futuro más prometedor y en el que la delincuencia y la violencia no tengan cabida.
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