- El hallazgo se encontró dentro de un fardo intacto de petate, la antigüedad de los materiales sugiere una ocupación humana continua de 1600 a. C. hasta 1200 d.C.
Reporte/Escarlata
Tamaulipas,
México.- 30 de julio del 2018- En
los límites del municipio de Victoria, región central de Tamaulipas, un equipo
de antropólogos dirigidos por el Instituto Nacional de Antropología e Historia
(INAH) ubicó la cueva La Escondida, dentro de un conjunto de cavidades con
potencial arqueológico, donde al realizar exploraciones con fines de
investigación, se descubrió un fardo funerario de petate, intacto. En su
interior yace la momia de un niño.
El
fardo estaba acompañado de una ofrenda compuesta por una cesta elaborada en
materia vegetal, 756 semillas de encino, 52 olotes de una especie de maíz
temprano y cuatro pedúnculos de calabaza (tallos que unen al fruto con la
planta). Sobre el bulto mortuorio se halló una vasija de cerámica, colocada de
manera invertida (vasija capital).
Los
materiales se analizan dentro del Proyecto de Investigación Estudio Biocultural
en Cuevas Mortuorias de Tamaulipas, llevado a cabo desde 2009, en colaboración
entre el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la UNAM y las
universidades de Córdoba, España, y Upssala, Suecia, que recientemente dieron a
conocer parte de los avances de investigación de gabinete en otra cueva llamada
La Sepultura, ubicada en la Sierra Madre Oriental de Tamaulipas.
El
antropólogo físico Jesús Ernesto Velasco González, investigador del Centro
INAH-Tamaulipas y director del proyecto, informó que al fardo se le ha aplicado
una tomografía (TAC) y en su interior se confirmó la momia de un niño, aproximadamente
de año y medio de edad ―calculada a partir de las características del
crecimiento de sus dientes y desarrollo óseo―, el infante porta un textil, un
pendiente de concha y otro al parecer de hueso.
Los
materiales orgánicos de esta cueva han sido fechados por radiocarbono (AMS) y
los análisis, hasta el momento, arrojaron varias antigüedades que van desde
1600 a.C. hasta 1200 d.C.
Por
lo anterior deducen que se trata de un sitio que estuvo ocupado en diferentes
momentos, tanto por grupos que experimentaron el proceso de transición de
caza-recolección y cultivos de baja intensidad al de una agricultura mayor,
hasta los que desarrollaron una importante producción alfarera y arquitectura
de piedra de gran complejidad, ya que en la cueva hay gran cantidad de restos
botánicos de plantas cultivables, cerámica y utensilios de molienda.
Actualmente,
el grupo de investigadores lleva a cabo la quinta temporada de campo en la
cueva La Escondida, en la cual estudian cuidadosamente la estratigrafía del
suelo a fin de obtener la secuencia de ocupación anterior en el sitio, por
medio de fechamientos absolutos y relativos. Investigan el momento en que
comenzó aparecer la alfarería en la zona. Además pretenden obtener mayores
datos sobre la ocupación estacional con la recolección de plantas silvestres y
cultivables, y la función de las cuevas como depósito mortuorio de este tipo de
sociedades.
Los
resultados de los estudios de las cuevas La Escondida y La Sepultura, en lo
referente a la aparición de la agricultura, complementan las investigaciones
realizadas en la década de 1950, en el municipio de Ocampo (colindante con
Tula, Tamaulipas, al oeste), por el arqueólogo norteamericano Richard MacNeish
(1918-2001), quien excavó una serie de cuevas, descubriendo evidencia de la
adopción local de plantas domesticadas y el posterior desarrollo de una
economía mixta de forrajeo-agricultura que persistió durante varios milenios
hacia la zona de la Sierra Madre Oriental y Sierra de Tamaulipas.
Los
vestigios de ambas cuevas tamaulipecas son una prueba más de que el medio de
producción de cultivo llegó primero y pasó mucho tiempo para que se
desarrollara el sedentarismo, explica Velasco González.
Comúnmente,
destacó el antropólogo, se piensa que la aparición de la agricultura va de la
mano con el sedentarismo pero los cazadores-recolectores del norte de México
estuvieron por mucho tiempo sembrando y cultivando plantas, por lo que se
antoja revisar el origen de sitios permanentes con arquitectura, en Tamaulipas,
considerando también otros factores.
Como
conclusión, el investigador advierte que el proceso de cambio cultural es muy
complejo, en tanto, las poblaciones antiguas de lo que hoy es el estado de
Tamaulipas, siguieron diferentes y variadas rutas que se ven reflejadas en su
diversidad, organización social e historia. De ahí la importancia de preservar
y estudiar multidisciplinariamente los restos óseos y demás materiales
depositados en las cuevas, “ya que en ellos encontramos las piezas del
rompecabezas que ayudan a explicar mejor los procesos de adaptación al medio
ambiente, cultura y sociedad, aspectos de gran relevancia para conocernos como
humanidad, que en este caso particular, aporta de manera distintiva el noreste
de México”.
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