Tlalmanalco, Edoméx.- 25 de Junio del
2015- Gracias
a historiadores de “Habita México”, que ha investigado la historia de este
municipio, a través del tiempo, como ahora publicaremos de lo que fue el primer
hospital de la Orden de Belem, (Hospital Betlemita), que se llamó hospital de
Nuestra Señora de Guadalupe.
Los
Betlemitas, (Orden de Belem), extendieron su acción al pueblo de Tlalmanalco,
en el Estado de México, cuando fueron llamados por los vecinos de este lugar.
El antiguo hospital de la Concepción, fundación franciscana del siglo XVI, el
cual ya había desaparecido, por ello en 1722, se pidió la aprobación del nuevo
hospital, ya que los antiguos habitantes no tenían en 12 leguas a la redonda
ningún recurso ni alivio para sus enfermedades, pues destituidos necesario
abrigo médico, y medicinas, alimento apropiado y los demás necesario para la
sanidad, rinden la vida no tanto por lo grave del achaque, cuanto a la
imposibilidad del remedio.
Estas
fueron las razones que el presbítero, Miguel Moral Sánchez, vecino y labrador
del pueblo de Tlalmanalco, en la provincia de Chalco, “Llevado de un gran celo,
amor y caridad para con los pobres”, legó un tercio de su caudal
económico
para que se construyera un hospital de curación y beneficio de todo el pueblo
españoles y naturales. Disponiendo además que la administración y cuidado
quedara a cargo de los Betlemitas.
No
sabemos en qué año se construyó, pero pudo haber sido por el año de 1722, ya
que por estas fechas ya lo Betlemitas, realizaban las primeras instancias de
fundación hospitalaria. En 1727, el prefecto general de la Orden de Belem, Fray
Bartolomé de la Cruz, obtuvo del Virrey Marqués de Casa Fuerte, permiso para
tomar posesión del legado mientras se tramitaba la autorización real para la
fundación y edificación.
A
Tlalmanalco, llegaron tres frailes; el alcalde y ayuntamiento dispusieron
darle, por acuerdo de superior gobierno la mitad de la Plaza Pública, “Que por
estar fabricada a mano, por los antiguos naturales, comprendía mucha piedra”,
que los frailes usaban de inmediato para construir las oficinas del hospital.
Ayudándolos económicamente la abuela del fundador Doña María de Acevedo,
dándoles tres mil pesos, otras personas les donaron lienzos de pinturas para
adornar el hospital, y limosna que los mismos monjes recolectaban en las
rancherías. Los Betlemitas, establecieron, en el primeramente construido una
“Escuelita de la Juventud”, sin embargo, no funcionó por la falta de maestros.
Hubo casa
para los frailes, pero no se lograba construir totalmente el hospital. Los
bienes donados por el fundador que aglutinaba 20 mil pesos producían mil pesos
anuales con lo cual los frailes veían posibilidades de levantar como querían el
conjunto hospital, convento, iglesia y escuela, con las limosnas no se podían
contar ya que, pues eran mininas y muy eventuales, por lo tanto decidieron 12
años después, regtresar a México, y llevarse los cuadros que les habían
regalado y poner al cuidado de una persona lo poco que se había construido en
el hospital, dejando el dinero donado por el fundador como estaba, puesto a
crédito hasta que llegase a construir un capital de 60 mil pesos que
producirían 3000 pesos anuales, por lo cual ya sería posible establecer el
hospital.
Esto
es de suponer motivo la airada protesta de los naturales, que sólo vieron en la
ida de los frailes su abandono de la obra, y un solapado fraude a los pobres
que eran dueños del legado. La encabezó el Cacique, y principal de la Cabecera
de Tlalmanalco, y gobernador de ella, Lázaro de Galicia, y a él se sumó el
ayuntamiento con todos sus alcaldes y regidores.
El
asunto fue a la audiencia cuando los frailes expusieron sus razones y probaron
que los 20 mil pesos, legados no se habían perdido, sino que había aumentado ya
a 25 mil pesos, la Real Audiencia el 26 de Octubre de 1742, les dio la
razón
y conminó a los naturales del lugar a no impedir los planes de los frailes
Betlemitas, so pena de traerlos a la Real Cárcel de Corte, y remitirlos a los
obrajes.
Los
ánimos se calmaron cuando la Real Audiencia, envió intérpretes que, dialogando
con los nativos, los convencieran de la razón que tenían los frailes,
asegurándoles, que la obra se continuaría en cuando las limosnas lo
permitieran, y que los frailes regresarían cuando el hospital estuviera
terminado.
Largos
años que duró la edificación debido a la pobreza del pueblo de Tlalmanalco, y
finalmente fue el 1 de Octubre de 1770, cuando se logró inaugurarlo dándosele
el título de Hospital de Nuestra Señora de Guadalupe. Al iniciar su servicio
había una enfermería con 12 camas así como una cocina, botica, etcétera; una
sección conventual para los frailes Betlemitas, y una escuela de primeras
letras para 175 alumnos esto no es extraño, pues como todo sabemos los
hospitales betlemitas, prestaban a la ves una labor educativa con escuelas
anexas. La escuela del hospital de Tlalmanalco, era de primera letras, ahí se
enseñaban a leer, escribir y contar además de la doctrina cristiana. Estando en
el hospital de Nuestra Señora de Guadalupe, en zona rural, la mayoría que
usaban su servicio era la generalmente eran naturales del lugar, después eran
los criollos, había también una sección de hospedería para los viajeros
desvalidos.
La
calidad de los servicios en aquellos primeros tiempos los escriben el visitador
de la Orden de Belem, Fray Andrés de la Serna de la Trinidad, diciendo: “Se
curan con las más prolija asistencia, esmero y caridad, sin que se extrañe en
el puchero lo más conducente y sazonado, ni en las medicinas lo más costoso”,
los ocho religiosos que lo habitaban se emplean en cuanto es de alivio de los enfermos,
ejercitando los empleos más serviles sin exceptuarse el prelado.
Se
conservan los nombres de algunos buenos hospitales, con Fray Matías de los
Dolores, que tuvo en cargo de presidente, Fray Andrés de San José, que fue
secretario conventual, Fray Joaquín de la Concepción, Fray Antonio de Juan
Gabriel y Fray Ramón de San Miguel, que son quienes dan el informe de su
trabajo durante el primer quinquenio de vida en el hospital.
Según
ellos de 1771 – 1775 se habían atendido 300 enfermos, habían hospedado 141
peregrinos y en la escuela se había enseñado 500 infantes naturales del lugar,
más 171 niños españoles, y de otras localidades.
El
funcionamiento del hospital Betlemita, quien en forma positiva se realizaba en
los años setentas se vio interrumpido en 1781, a causa de los serios problemas
económicos en que se dieron sus bienes, edificios y los legados del fundador,
Miguel Moral Sánchez, y su madre Doña María De Acevedo.
El
edificio, sin obra alguna de conservación de los vecinos, el claustro con su
patio cuadrangular en donde hoy en día se alojan los poderes municipales. De su
antigua vida nos habla aún la portada con su hornacina que ostenta en piedra en
misterio de la Orden de Belem, símbolos de los Betlemitas. Parte de los viejos
muros que lo circundaban y la espadaña, tal vez de la iglesia pero sobre la
portería que son sus tres arcadas recuerda los antiguos portales de peregrinos.
La iglesia ha desaparecido, más en la parroquia actual se conserva una de las
pinturas que le engalanaban.
Continuará
la historia de Tlalmanalco, a Través del Tiempo, esto es la Primera parte de
este bello municipio.
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