- La igualdad de género, además de ser un derecho humano fundamental, es imprescindible para lograr sociedades pacíficas, con pleno potencial humano, y capaces de desarrollarse de forma sostenible. Además, está demostrado que el empoderamiento de las mujeres estimula la productividad y el crecimiento económico.
Reporte Escarlata
Jorge
Treviño
México.- 9 de Marzo del 2022- Previo a la conmemoración del Día Internacional de la mujer, 8 de marzo de 2022, ONU Mujeres publicó éste reportaje con la intención de orientar acciones que favorezcan el avance hacía una sociedad en que prevalezca la igualdad sustantiva entre mujeres y hombres.
La desigualdad de
género y la crisis climática son dos de los problemas más acuciantes de la
actualidad. A medida que comprendemos mejor y establecemos las conexiones
fundamentales entre el género, la igualdad social y el cambio climático, es
momento de que tomemos medidas encaminadas a encontrar soluciones.
Desde aumentar la
representación de las mujeres en las funciones de liderazgo y la toma de
decisiones hasta redistribuir el trabajo de cuidado y los recursos productivos,
para avanzar hacia un futuro sostenible y con igualdad de género es necesario
tomar medidas hoy.
En el Día Internacional
de la Mujer, que se celebra el próximo 8 de marzo, únete a nosotras y nosotros
para exigir reformas políticas y sociales que prioricen la igualdad de género y
la sostenibilidad en los objetivos de progreso. Para ello, empecemos con las
siguientes cinco acciones importantes para impulsar el cambio.
Empoderar
a las pequeñas agricultoras
En las últimas décadas,
el 55 % de las mejoras en el área de la seguridad alimentaria de los países en
desarrollo estuvieron impulsadas por programas que fomentan el empoderamiento
de las mujeres. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y
la Agricultura proyecta que si las agricultoras tuvieran un acceso equitativo a
los recursos productivos, sus rendimientos agrícolas aumentarían entre un 20 y
30 %. Esto permitiría proporcionar alimentos suficientes para evitar que
padezcan hambre unas 100 a 150 millones de personas, con lo que el nivel de
hambruna en el mundo bajaría de un 12 a un 17 %.
Aumentar la capacidad
productiva de las pequeñas agriculturas (pequeñas productoras que gestionan
áreas agrícolas de hasta 10 hectáreas, o apenas 25 acres) también ayuda a
promover las prácticas agrícolas sostenibles. El 75 % de los alimentos del mundo
provienen sólo de 12 plantas y cinco especies animales, lo que hace que el
sistema alimentario mundial sea extremadamente vulnerable a las crisis
ambientales, como los patrones climáticos cambiantes y los fenómenos climáticos
extremos. Las pequeñas agricultoras, que tienden a depender de cultivos más
diversos y resistentes al clima, constituyen una alternativa sostenible a
nuestro actual modelo de producción agrícola.
Invertir
en el trabajo de cuidados
La economía mundial
depende del trabajo de cuidados no remunerado o mal remunerado que realizan,
sobre todo, las mujeres. Sin embargo, a pesar de su carácter esencial ––del
cual hemos sido testigos como nunca antes durante la pandemia de COVID-19––,
este trabajo no es valorado como es debido. Al contrario, el trabajo de
cuidados (al igual que el medio ambiente) se considera un producto ilimitado
que puede utilizarse sin que esto acarree ningún costo o consecuencia.
En su lugar, los
Gobiernos deberían tratar el trabajo de cuidados como un bien común, ampliar su
disponibilidad y brindar el apoyo adecuado a quienes lo llevan a cabo. Esto
abarca invertir en la ampliación de los servicios de cuidado, así como aumentar
el apoyo a las cuidadoras no remuneradas. El sector privado también desempeña
un rol en el apoyo al trabajo de cuidados, por ejemplo, a través de la licencia
familiar remunerada y las modalidades de trabajo flexible. Invertir en el
trabajo de cuidados no se trata sólo de reconocer su importancia, sino también
una manera de crear empleo e impulsar el crecimiento económico sin aumentar las
emisiones de carbono. El trabajo de cuidados es un sector de la economía
inherentemente sostenible: en lugar de consumir recursos, ayuda a mantener y
fortalecer las capacidades humanas. Para reducir las emisiones de carbono,
deberemos repensar la forma en que producimos y medimos el valor, en otras
palabras, deberemos pasar de un modelo económico basado en el agotamiento de
los recursos a uno basado en la regeneración. Por ende, invertir en el trabajo
de cuidados es un paso crucial hacia esta dirección.
Apoyar
el liderazgo de las mujeres
Tanto a nivel nacional
como comunitario, el liderazgo y la representación de las mujeres parecen
lograr mejores resultados ambientales. Los países con un mayor porcentaje de
mujeres en el Parlamento tienden a adoptar políticas de cambio climático más
rigurosas, lo que da como resultado la disminución de las emisiones de carbono.
En el plano local, la participación de las mujeres en la gestión de los
recursos naturales permite realizar una gobernanza más equitativa e inclusiva
de los recursos, así como obtener mejores resultados de conservación. Además,
cuando los programas climáticos de las comunidades incluyen plenamente a las
mujeres, tienden a hacer un uso más eficiente y eficaz de los recursos.
En general, las mujeres
suelen tener más en cuenta a sus familias y comunidades en los procesos de toma
de decisiones, lo que es crucial para crear las soluciones integrales que
contribuyen a la adopción de medidas climáticas efectivas. Las mujeres
indígenas, en particular, poseen conocimientos únicos sobre la agricultura, la
conservación y la gestión de los recursos naturales, por lo tanto, son voces
indispensables en cualquier proceso de toma de decisiones.
Financiar
las organizaciones de mujeres
Las organizaciones
sólidas de la sociedad civil son un sector importante para contrarrestar el
poder de los actores empresariales y estatales. Aportan la opinión de quienes
mejor comprenden sus experiencias y necesidades en los procesos de toma de decisiones
y ayudan a que los Gobiernos rindan cuentas a las personas que deben
representar: ambos aspectos son fundamentales para las medidas climáticas que
priorizan el bienestar de los pueblos y el planeta.
La colaboración del
Gobierno con las organizaciones de mujeres puede ayudar a garantizar que las
políticas climáticas satisfagan las necesidades específicas de las mujeres y
las niñas, y que su aplicación sea eficaz. En las comunidades vulnerables, las
organizaciones de mujeres, a menudo, actúan como una red de seguridad informal,
cerrando las brechas en los servicios públicos y ayudando a brindar apoyo de
emergencia. Empoderar a dichas redes comunitarias es una forma crucial de crear
resiliencia ante el clima a nivel local.
Proteger
la salud de las mujeres
De acuerdo con las
investigaciones, las mujeres sufrirán los efectos negativos en la salud del
cambio climático. En general, las mujeres son más propensas a morir como
consecuencia de los desastres, debido en parte a su acceso limitado a los
recursos y servicios. Las investigaciones también revelan que el cambio
climático tendrá efectos negativos en la salud sexual y reproductiva: el
aumento de las temperaturas está ocasionando la propagación de enfermedades,
como la malaria, el dengue y el virus de Zika, que están relacionadas con
resultados negativos en el embarazo y el nacimiento. Además, las temperaturas
extremas en sí mismas parecen incrementar la incidencia de la mortinatalidad.
Como ocurre con otras crisis y desastres, el cambio climático también conduce a
más violencia de género.
A su vez, los desastres
climáticos suelen provocar que se desvíen los recursos destinados a los
servicios sanitarios de las mujeres y los servicios para apoyar a las
sobrevivientes de la violencia de género. Como consecuencia del agravamiento
del cambio climático, es fundamental que estos servicios se fortalezcan y se
amplíen para mantener a las mujeres sanas y seguras.
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