- Las internas aseguran que esta es una oportunidad única para obtener un ingreso dentro de prisión, además que esta actividad les permite relajarse y reflexionar.
Reporte/Escarlata
Almoloya
de Juárez, Edoméx.- 29 de enero del 2019- Al igual que en todas las prisiones, los días dentro del
Centro de Prevención y Readaptación Social Santiaguito transcurren lentamente;
el encierro, el estrés y la depresión son parte de la dura realidad con la que
350 reclusas deben aprender a vivir, sin
embargo, en su cruda cotidianidad ellas no están solas pues actualmente tienen
una nueva oportunidad de superación, de ser productivas en prisión y de
reintegrarse exitosamente a la sociedad.
Hace
seis meses, cuando la señora Verónica escuchó que las integrantes de la
Fundación Evita llevarían un taller de bordado Sashiko, una técnica milenaria
japonesa, pensó que sería un proyecto que fracasaría a los pocos días.
Pronto
se dio cuenta que las clases de Sashiko se mantuvieron e, incluso, la cantidad
de reclusas que se inscribían comenzó a crecer; fue en ese momento cuando ella
y sus compañeras se percataron que tenían a su alcance una alternativa para
trabajar, recuperar su papel dentro de sus familias y realizar una actividad
que les serviría como terapia para hacer más llevaderos sus días tras las
rejas.
Superar
el abandono de sus parejas, de sus amigos e incluso de sus familias es uno de
los problemas más difíciles de afrontar en reclusión, más aún cuando esta
situación es común dentro de las cárceles, sin embargo, de acuerdo con
integrantes de la Fundación Evita, es mediante el trabajo como ellas buscan
reconectar con la sociedad y especialmente con sus familias.
“Además
de ayudarles mentalmente a que estén más tranquilas y se enfoquen en otras
cosas positivas, les da un trabajo, el trabajo ayuda a que ellas puedan aportar
desde la cárcel sustento para su familia, a que su familia las vea desde otra
perspectiva, como alguien que está preocupándose por salir adelante y que sus
hijos, la gente que está afuera, tenga el apoyo para no volver a delinquir",
señaló Mariana Aguilar, integrante de Fundación Evita.
A
pesar de las circunstancias que hoy enfrenta, Eira, joven de 28 años y madre de
tres pequeños, de los cuales el menor se encuentra con ella en prisión,
considera que ellos son el mayor regalo de la vida y su principal motor que le
impulsa a continuar luchando.
La
joven reconoce que convertirse en madre en este momento de su vida ha sido
complicado, no obstante y pese a llevar cinco años en la cárcel, ella busca la
manera de que esto no le afecte a ella ni a su bebé.
“Yo
soy mamá soltera, aparte de otras dos niñas, y es un apoyo el que yo le puedo
dar a mi familia porque yo soy originaria del estado de Oaxaca, es complicada
mi situación, pero es una manera también de ayudarme con gastos personales,
como por ejemplo un shampoo, un papel de baño, a veces comprarle una manzana a
mi hijo”, comenta al sostener en brazos a su pequeño de nueve meses.
Una
de las mayores ventajas de este proyecto, además de la remuneración económica
que reciben las reclusas, es que les permite tener un momento de reflexión,
pues al bordar a mano ellas se sumergen en sus pensamiento, lo cual ha
permitido disminuir comportamientos agresivos, además de dar cierta
tranquilidad en el pabellón femenil donde conviven diariamente 350 mujeres.
"Hemos
visto cómo de ser mujeres ansiosas, con depresión, agresivas, problemáticas, se
han transformado en mujeres en calma, muchas han dejado de estar deprimidas y
que encuentran en este oficio un sentido de paz y de tranquilidad”, aseguró
Tatiana Ortiz Monasterio, integrante de Fundación Evita.
Con
más de 20 reclusas inscritas en los primeros meses de las clases de bordado,
las expectativas del proyecto son buenas, pues el interés por aprender este
oficio crece conforme otras prisioneras observan el trabajo que se realiza en
clases, donde las pacientes manos de las reclusas confeccionan originales
piezas como cojines, manteles, cosmetiqueras y otras.
Por
ello, este 5 de febrero, cuando el taller sea concluido en el patio de esta
sección del penal, ubicado en Almoloya de Juárez, se espera que más mujeres se
sumen y consoliden esta iniciativa que, en conjunto, emprenden las integrantes
de esta fundación y autoridades del Gobierno mexiquense.
“Que
lo compren, porque no solo se dan el lujo de tener algo hermoso, bonito, sino
que también están ayudando a personas como nosotras que sí lo necesitamos”
finalizó Verónica, quien lleva dos años de reclusión en este penal.
Para
adquirir las piezas que ahí elaboran, apoyar a Fundación Evita o solicitar más
información, los interesados pueden escribir al correo:
contacto@fundacionevita.org
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